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Jesús, en todo el Evangelio llora 3 veces y esta es una de ellas. Lo hace, no porque haya muerto su amigo sino por lo que provoca su muerte en la gente. Traducido al lenguaje de la interioridad, cuando una parte nuestra muere todo nuestro Ser se estremece aunque sepa que esa parte solo esta durmiendo y mas adelante puede volver a la vida, es un movimiento tan doloroso como inevitable y necesario, lo importante es ir a resucitarlo y acoger su nueva forma (porque para eso murió).

Lázaro y sus 2 hermanas, Marta y María viven en Betania, ciudad que daba hospedaje, comida y descanso a todo tipo de peregrinos antes de llegar a Jerusalén. Betania es nuestro centro, ese lugar interno donde nos recuperamos de una manera natural y sencilla (similar a la metáfora del Templo pero aquí el descanso es junto al colectivo), ese lugar donde todas nuestras partes internas se reúnen y donde de vez en cuando alguna debe morir y resucitar solo si vamos en su búsqueda. Algo importante es que Lázaro no está totalmente muerto sino que duerme, todavía podemos hacer algo para que renazca (ayudados por el colectivo), ya que internamente todas nuestras partes se conocen y tienen relación, de eso se da cuenta Jesús por primera vez y por eso llora emocionado. Este movimiento de renovación interior, en el tarot lo representa el arcano número XIII (conocido como la Muerte), que tanto miedo visual produce cuando aparece, y que lleva una guadaña con la que corta lo que ya no sirve pero la misma carta tiene brotes de hierba verde en el suelo. Como ya escribí en La mejor parte, Marta y María representan la acción y la contemplación, ambas totalmente necesarias en todos nuestros momentos difíciles y profundos, necesitamos llorar, correr, gritar, abrazar, hablar, confrontar y compartir, junto a momentos de soledad, silencio, recuerdo, quietud, descanso e incluso de mirarnos desde afuera como si fuéramos un espectador que estamos viendo un suceso del que no formamos parte para tener momentos de cierta desconexión controlada.

Precisamente la parte que menos nos gusta, porque es la que nos lleva mas tiempo y presencia, es la de levantar la losa y aguantar el hedor del cadaver, el cara a cara con el nuevo Lázaro después de haberlo llorado todo lo necesario. Las lágrimas nos vacian y dejan el hueco necesario para que volvamos a integrar esa parte que dormía porque ya no es la misma que antes, ahora nos propone actitudes y usos diferentes. Una imagen muy evocadora para mi es la de Jesús diciendo “¡Lázaro, sal afuera!” y como sale de la cueva por su propio pie, como el movimiento vital siempre es desde adentro hacia afuera, como hasta que él Yo Profundo no puede dar la señal, nada se mueve. Es evocadora para mi porque indica claramente como cada vez que hacemos algo de una manera que no nos gusta o nos es imposible hacerlo es porque realmente hay algo (casi siempre inconsciente) que nos bloquea la acción, cuando alguién sigue con esa adicción es porque hay algo que no le permite parar, cuando tu hijo no se levanta de la cama es porque algo mas fuerte le impide hacerlo porque algo mas urgente esta sin resolver, es una imagen que nos debería ayudar a relajar el juicio al otro y a nosotros mismos, nos debería ayudar a dejar de pensar en que tal persona no cambia porque no quiere y que la respuesta sea un ahora mismo no puede, ahora mismo no está preparado.

Hay 2 formas de ver que este proceso no se ha hecho, primero, si no hemos dejado morir a  “X” Lázaro cuando tocaba notaremos algo desfasado en nosotros, como por ejemplo creer que los 40 son los nuevos 20 (la adolescencia hoy parece no acabar nunca) porque nunca quisimos que muriera nuestro Lázaro de 20 años por lo que seguimos intentando sentir y vivr la Vida como lo haciamos entonces con una sensación de insatisfacción continua porque la Vida no nos devuelve lo que deseamos.  Y segundo, cuando murió y no fuimos a resucitar el cadaver porque no nos vimos capaces, por ejemplo cuando ya no nos permitimos hacer algo que nos satisfacía años atrás. Claro está que en el primer ejemplo hay un conflicto con el soltar, agarrandonos totalmente al pasado y en el segundo un conflicto de confianza en el futuro, ambas dos caras de la misma moneda, que es la moneda de vivir por y para el presente, una deja que algo dentro no muera nunca y la otra deja que algo muera para siempre, cuando el movimiento vital es el que hace Lázaro, el de resucitar, la propuesta de este capítulo es que la Vida debería ser una continua resurreción. Entonces, ¿me puedo ir de fiesta o hacerme un tatuaje con 50 años?, ¡por supuesto que si! Pero como lo haría una persona de 50 años, sin mas pretensiones.

Y es que parece que Jesús (nuestro Yo Profundo) lo tenía todo planeado, tenía que dejar morir a su amigo para que hubiera movimiento aunque Marta, María y algunos judíos le reprochen que todo se podría haber evitado (el verbo poder siempre aparece en forma de juicio y auto reproche), y es que hay cambios que nunca queremos encarar. Aún así cuando llega el momento la emocionalidad le sobrepasa, siendo el capítulo como una pequeña puesta en escena de lo que será su propia muerte en la cruz.

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Bruno Hernanz

Bruno Hernanz

Hace unos años estudie teoría sistémica, junto a Constelaciones Familiares y Biodescodificación utilizando como herramientas el tarot y muñecos, ahora lo aplico para escribir, de vez en cuando, pequeñas reflexiones utilizando como excusa el Evangelio.

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