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(Leer Jn-4, 5-29)

Como en muchos mitos y cuentos, aquí cada personaje y elemento representan metafórica o simbólicamente movimientos internos que todos experimentamos, no hay que ver literalmente a Jesús, un pozo o a Jacob sino lo que cada uno simboliza. Este capítulo ocurre en Sicar, una aldea de Samaria, siendo esta una zona entre Galilea al norte y Judea al sur, una zona vista como peligrosa por cierta parte de la población (incluidos los dirigentes), una zona donde cuyas gentes no formaban parte del mainstream, una zona que se repobló con personas de varios lugares que no estaban bajo la ley judia. Allí es donde Jesús (nuestro Yo Profundo) se para a descansar y se para porque esta cansado de la exclusión, porque la exclusión siempre es un disparo en nuestro propio pie.

Cuando yo usaba el tarot, este movimiento de exclusión lo representaba el arcano de El Enamorado, que por miedo al rechazo (algo muy humano) excluye cerrando el corazón, generalmente a aquello que esta mas allá de la familia. La escena es en un pozo, por lo que ya avisa de que la acción tendrá que ir a lo mas profundo, donde esta el agua viva, agua símbolo del Jesús purificador porque nuestro Yo Profundo no entiende la separación, no entiende el doble rasero, no ve lo circunstancial, solo ve que todo forma parte de la misma cosa y este personaje esencial tiene sed de nosotros, solo quiere le escuchemos (“dame de beber”). En este capítulo Jesús intenta que la samaritana sienta que pertenece, que forma parte y que a su vez en un movimiento doble, que la mujer vuelva a sentir que su Yo Profundo sigue ahí, ya que cuando sentimos el rechazo fuera es porque antes lo hemos experimentado dentro excluyendo nuestra esencia. Desde una visión sistémica-transgeneracional, la samaritana (incluyendo en si a todo un pueblo) es esa parte nuestra que no nos gusta que vean, esa emoción o sentimiento que nuestra familia no ha sabido digerir, esa persona del clan de la que no se volvió a hablar, eso que nos gustaba hacer y ya no tiene su lugar o esa expareja que creemos poder borrar de nuestro pasado. Lo que ocurre es que esas partes internas heridas se acaban separando de nuestra esencia para evitar mas sufrimiento, acaban siendo una zona peligrosa por donde pasar, como lo era Samaria. Y es que nuestro Yo Profundo sabe que es en lo excluido donde nuestro sistema puede retomar la fuerza que había perdido.

Al principio siempre aparecen las resistencias, fidelidades al pasado (“Nuestros padres daban culto en este monte, vosotros en cambio decís que es Jerusalen donde hay que dar culto”) y los prejuicios dando paso a lo que los une, al reconocer ambas partes que se necesitan. Jesús y la samaritana van a buscar agua, tienen la misma necesidad de encontrarse y en ese intercambio cada uno se lleva lo que les faltaba, Jesús transmite su mensaje inclusivo a la extranjera (esta le da un lugar en su corazón) y la samaritana siente que en su Yo Profundo (y en ningun sitio mas) estará siempre su casa, todo esto mediado por la fuerza disolvente del agua en la que todo se une hasta formar una sola sustancia.

Algo interesante también aquí es ver como Jesús aparece en las situaciones mas simples del dia a dia, en esas que muchas veces por repetición y monotonía ya no vemos la profundidad en ellas, como nuestra esencia se comunica con nosotros cada vez que necesitamos saber que nos estamos alejando del centro, cada vez que volvemos a tener sed de nosotros mismos porque solemos beber del agua que solo calma temporalmente. También es interesante como la samaritana no ve realmente con quién esta hablando hasta que no Jesús no se lo dice (“se que vendrá el Mesías. Cuando el venga nos lo explicará todo. Le dice Jesús: Soy yo, el que habla contigo”), como de nuevo desconfiamos de sus mensajes, no le damos valor porque quizás esperamos luces, fuegos artificiales y música épica para poder creer que esa voz que escuchamos tiene algo importante que contarnos, sobretodo cuando tiene que ver, como ya hemos visto, con partes heridas que nos reconectan con dolores antiguos.

P.D. El pozo es el de Jacob, personaje del Antiguo Testamento por lo que ambos personajes beben de la tradición ya que sin apoyarnos en el pasado y saber de donde venimos no podemos ir confiados hacia el futuro.

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Bruno Hernanz

Bruno Hernanz

Hace unos años estudie teoría sistémica, junto a Constelaciones Familiares y Biodescodificación utilizando como herramientas el tarot y muñecos, ahora lo aplico para escribir, de vez en cuando, pequeñas reflexiones utilizando como excusa el Evangelio.

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