«Estando ellos allí (en Belén), le llego la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos se aterrorizaron. El ángel les dijo: No temáis. Mirad, os doy una buena noticia, una grande alegría para todo el pueblo. Hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto os servirá de señal: Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»

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