El cuerpo, nuestro Templo es el cuerpo. Y cuerpo es una palabra bastante amplia y con muchos matices pero en este caso lo veremos desde 2 principales; el primero es que solo cada uno de nosotros podemos mantener sus funciones y el segundo que esa tarea no acaba nunca. De ahí que sea la primera y única vez que Jesús emplea la violencia física porque el Templo solo funciona si se usa de una manera determinada. Como cada cual nos encargamos de cuidar nuestro espacio (y solamente el propio), es muy personal lo que metemos cada uno allí y a quién dejamos entrar a verlo, por esto el tema principal del capítulo son los límites. En el tarot el arcano que invita a poner límites es el Emperador, también símbolo de autoridad adulta y estabilidad. De lo que se deduce, que un niño NO puede poner límites y que es algo que se aprende en la adolescencia (poniendo los primeros límites a la propia familia) y que lo ponemos en practica ya de adultos. Jesús después de un tiempo sin atender su Templo tuvo que actuar inmediatamente.
El tema de los límites esta muy de actualidad y por ejemplo Youtube está lleno de videos para ayudar a ponerlos, porque también hay que añadirle que social y familiarmente está bien visto que no existan estos límites, sobre todo en las relaciones mas íntimas, porque como “no vamos a dárselo todo a una persona que queremos”, nos decimos. Recordad que es nuestro niño interior el que no puede poner límites, por lo que al final convertimos las relaciones humanas en mochilas de deudas, apareciendo inevitablemente la etiqueta del bueno y el malo de la relación, cuando los límites son precisamente para que haya un equilibrio entre lo que damos y lo que recibimos del mundo, los frutos que recogemos del Templo los entregamos fuera y los frutos del mundo sirven para mantener activo nuestro Templo particular (podeis leer una entrada anterior sobre el intercambio que se llama “La mejor parte”). Para nuestro niño, para nuestra conciencia infantil no hay límites o estos son muy difusos, el instinto de pertenencia no le permite ver la separación, por eso que en nuestros primeros años de vida estamos totalmente al servicio de nuestro sistema familiar mas cercano. Siempre pongo un ejemplo que creo que lo explica claramente y es que si un padre se rompe una pierna (esto equivale a cualquier conflicto emocional familiar), lo que hace nuestra conciencia infantil para intentar aliviar el dolor de ese padre es que nos rompamos también una pierna, porque si yo disfruto de mis pernas sanas mientras mi padre no puede está en riesgo mi pertenencia, y no pertenecer para nuestro niño mamífero, es igual a separación y a muerte. Por este motivo desde la Biodecodificación, los conflictos o síntomas infantiles siempre se tratan en sesión directamente con los padres porque el conflicto es suyo y el niño lo que esta haciendo es somatizarlos y expresarlos para que esos padres puedan sanarlos en ellos. De ahí la importancia durante la adolescencia de poner en practica todos estos “latigazos”, rebelarnos contra lo que ya no nos representa, enfadarnos con las normas de la familia y la sociedad o creernos diferentes a lo que nos rodea precisamente para que ya no nos sigan tratando como a un niño, de echo en esa época tomamos verdadera conciencia de nuestro cuerpo, del espacio vital que necesitamos, de los cambios internos que estan ocurriendo para que se forme el Templo. Para unos años despues, de adultos tengamos lo mas claro posible en cada momento hasta donde podemos entregarnos al mundo y hasta donde podemos recibir lo que el mundo nos da.
Claro que algo que suele aparecer cuando sacamos el látigo en nuestro templo (o en su equivalente externo), es la queja y la decepción de quién no esperaba eso de nosotros y la culpa que nos intenta convencer de que somos unos egoístas y que nuestra pertenencia esta en peligro. Esta culpa infantil es un gran mecanismo interno que nos suele paralizar, nos llena de dudas en cada paso a dar y provoca un miedo irracional ante un peligro que no existe, por esto el gran trabajo a realizar a lo largo de nuestra vida desde nuestro adulto es aprender a sostener todas estas incomodidades poniendo límites para sentir que avanzamos y que nuestro Templo siempre será un lugar silencioso donde acudir cada vez que lo necesitemos.
Muy interesante Bruno, felicitaciones. Mientras leía sobre los límites recordé a Job 38:11 “Y dije: Hasta aquí llegarás, pero no más allá; ¿aquí se detendrá el orgullo de tus olas?” Definitivamente muchos de nuestros problemas vienen porque no hemos aprendido a ponernos límites adecuados. Los límites nos brindan seguridad, estructura y bienestar. Muchas gracias Bruno por esta hermosa reflexión que seguirá en mi cabeza varios días. 🥰👏👏👏👏👏👏👏